Nuevos caminos

Antes que todo, advierto que no quiero posar de víctima ni como alguien que busca lástima, pero contaré mi historia para quien no la conoce, o quien la conozca y la haya vivido conmigo.

Desde enero de 2016 hasta la fecha no la he tenido fácil en la vida pues esta ha sido una montaña rusa como la de Salitre Mágico, sentí en aquel mes un baldado de agua fría donde hasta decisiones radicales pensé en tomar con mi vida tras mi magna frustración, en el amanecer de 2016 por dedicarme a los estudios renuncié a mi entonces trabajo y al final, sin estar en mis cuentas, a los pocos días me entero de que terminé fuera de la Universidad donde llevaba 6 años de mi vida y estaba a punto de coronar una gran meta que era graduarme de Ingeniero Industrial.

Avanzaron los meses con su incertidumbre y sumido en la depresión pero al final, con ayuda de mi familia y puntualmente, gracias a un buen amigo y su mujer que me dieron una salvación en forma de trabajo pude recuperar el ánimo y las ganas de vivir, tanto así que en medio de los sueños y trazando metas, decidí emigrar para buscar mi reivindicación y cumplir objetivos pendientes.

Me fui en medio de la aventura y la decisión de enfrentar lo desconocido y todo parecía encaminado, me adaptaba a la bella Buenos Aires y ya estaba matriculado en la Universidad para retomar los estudios, pero, ¡oh infeliz y lúgubre vida!, sufrí otro giro inesperado, un gran problema de salud donde llegué a ver muy cerca mi final me hizo cambiar los planes y volver a casa mucho antes de lo pensado, en medio del desconsuelo y la resignación volví a mi casa y con fortuna pude retomar la vida como la había dejado antes de irme, siendo reintegrado al trabajo donde estaba pero que tuve que dejar entendiendo que la ingratitud existe y que muchas veces de nada sirve sudar hasta la última gota si al final aunque te hayan prometido el paraíso y te hayan halagado como empleado, contigo pelaron el cobre demostrando que fuiste menos que un empleado más.

En enero de 2019 viví un Milagro, con M mayúscula, si bien no apareció la Virgen, sí apareció una gran psicóloga que me devolvió la esperanza tras un final de 2018 bastante decepcionante, con ayuda de vídeos, palabras y juegos en las sesiones recordé que nunca es tarde para comprender el sentido de la vida y cumplir sueños y que no hay excusas para cumplirlos, así como aprendí que al final, hay que perdonar, más que a otros, a uno mismo, y que no se avanzará si uno aún guarda rencores que son como piedras en una maleta que hacen que esta pese aún más y al final uno decide si viajar ligero o con más cargas de las necesarias.

Logrando mi propio perdón siguió mi vida, durante este junio tuve la fortuna de trabajar 3 semanas con una empresa de consultoría haciendo evaluaciones docentes, en esas semanas que coincidieron con mi cumpleaños 27 recordé lo que aprendí en enero con la mencionada psicóloga quien también me contó su historia de vida con la que me sentí identificado, me recordé a mí mismo al final del bachillerato y en buena parte de la Universidad, recordé los días del subempleo, recordé mi familia, mis amigos, mis compañeros,  mis profesores, recordé mucho de lo aprendido y que me llevó hasta estar trabajando en ese lugar, pero sobre todo, recordé lo que significa «pasión» y «agrado por lo que se es, se sabe y se hace».

Al final, con la cabeza fría y tras meditar, informarme bien y hacer una autoevaluación concienzuda, definí cuál es el camino a seguir en mi vida y que empezaré en agosto, sé qué críticas, dudas y preguntas de otros me lloverán y por montones, pero si algo me ha dado -más que la edad- lo que he vivido, es la madurez para entender las consecuencias de mis actos o la omisión de estos y que al final, si bien los otros pueden opinar, uno no debe dejar de vivir solo por la opinión de otros.

Confiando en que mis sueños esta vez se logren cumplir, elevo anclas y emprendo este nuevo rumbo diciendo «que Dios y la historia me juzguen».

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