La RAE da muchas acepciones para la palabra «Perder», entre ellas destaco:
perder.
1. tr. Dicho de una persona: Dejar de tener, o no hallar, aquello que poseía, sea por culpa o descuido del poseedor, sea por contingencia o desgracia.
2. tr. Desperdiciar, disipar o malgastar algo.
3. tr. No conseguir lo que se espera, desea o ama.
Y voy a hablar de lo que es perder. De acuerdo a la definición anterior, todo el tiempo estamos enfrentados a este cruel verbo: sea porque perdimos dinero, los documentos o el celular, fuimos al estadio y el equipo que apoyamos perdió, perdimos un ser amado, en fin, múltiples contextos se dan para esta palabra.
¿Por qué hablaré de ella? No, no es por las dos derrotas de mi equipo el día de ayer, ni porque se me haya perdido un bien material o haya perdido a una persona. Hablaré de perder, así como lo dije en una entrada anterior, siento que algo se está disipando en mi esencia, que mi existencia está dejando de tener ciertas cosas que tenía antes, que los resultados que estoy consiguiendo no se adecúan a mis expectativas.
¿Cuanto más estoy dispuesto a perder? No lo sé, espero pronto termine el fin a mi mala racha, una racha que simplemente ya me está desesperando; pero si yo no pongo de mi parte para empezar a «ganar», estoy jodido, más de lo que ya estoy.
En la vida seguirá la palabra «perder», pero lo importante es por una mala decisión no «perder» la cabeza o peor aún, la vida.